Es un largometraje de 1936 dirigido, escrito y protagonizado por el actor Charles Chaplin. La película constituye un retrato de las condiciones desesperadas de empleo que la clase obrera tuvo que soportar en la época de la Gran Depresión, condiciones promovidas, en la visión dada por la película, por la eficiencia de la industrialización y la producción en cadena. En la película también intervienen Paulette Goddard, Henry Bergman, Stanley Sandford y Chester Conklin. La película muestra escenas de corte futurista de la factoría en la que trabaja Charlot que podrían haber sido influenciadas por el film Metrópolis de Fritz Lang.
Tiempos modernos estuvo entre el cine mudo y el sonoro. Se incluyeron efectos como música y voces desde la radio, o la sonoridad de la actividad de las máquinas.
Considerado como un ejemplo de filme de crítica social, el mismo Chaplin negó la relevancia que muchos han querido darle a su trabajo en este largometraje.
SINOPSIS DE LA TRAMA
Charlotte trabaja en una fábrica apretando tornillos en una cinta sin fin. Un día tiene un ataque de nervios producido por el estrés de su trabajo y comienza a apretar narices en lugar de tornillos, por lo que termina creando el caos antes de que puedan reducirle y echarle a la calle. Una vez recuperado, es encarcelado acusado injustamente de encabezar unos tumultos callejeros. Tras su estancia en prisión, se encuentra con que la vida en la calle es bastante difícil. Antes recibe una carta especial en cuestiones de trabajos comunitarios, pero después de unos empleos fallidos debido a su torpeza, intenta que lo vuelvan a encerrar echándose la culpa de un robo de un trozo de pan para una huérfana que tenía mucha hambre. Ambos se conocen en una patrulla de policía y luego se escapan arriesgadamente pero con éxito, y desde entonces los dos acaban buscándose la vida juntos, con el sueño de tener una bonita casa.
Primero el vagabundo empieza a trabajar como empleado nocturno en un centro comercial, pero es despedido por quedarse dormido en un montón de ropa. Luego vuelve a trabajar en la fábrica como ayudante del mecánico. Pero la fábrica cierra a causa de una huelga y de nuevo el protagonista es detenido acusado injustamente de haber atacado sin querer y por torpeza a un policía durante los disturbios. Al salir de la cárcel, se encuentra con que la huérfana ha encontrado trabajo en un café en el que los camareros cantan, y le promete buscarle trabajo a él también.
Charlot es un camarero incompetente pero, al mismo tiempo, divierte mucho a los clientes cuando le llega la hora de cantar, así que parece que han encontrado un empleo estable. Pero llegan los encargados del orfanato e intentan llevarse a la chica tras ser buscada por vagancia. Los dos consiguen escapar y en la secuencia final, ambos caminan por un camino desolado. La chica comienza a llorar, pero el vagabundo la anima a no perder la esperanza y la sonrisa. Se alejan juntos hacia el horizonte, buscando su buen futuro que tanto sueñan, sin rendirse, tomados de la mano como en todas las anteriores películas de Chaplin, solo que esta vez, acompañado.
En la película se muestra en pocos minutos, la enajenación en que sumerge al hombre la industrialización y el uso desmedido de las propias máquinas (inclusive es “comido” por una de ellas).
Un gran momento de la película es la confusión como líder al frente de una manifestación, junto a las varias y logradas escenas carcelarias.
Después Chaplin se pierde en una repetición incesante de sus propios gags, como brindando una despedida digna a su eterno y mudo personaje, condensando los sketchs más logrados de algunos de sus films pasados.
Aquí están nuevamente las andanzas en patines, la borrachera, la escalera mecánica, los tortazos, etc. que tan famoso lo hicieran en sus cortos del comienzo.
Al final, cede a las presiones y hace hablar por primera vez al vagabundo, haciéndolo decir palabras inexistentes y con las horribles risas pregrabadas de fondo en otra burla a lo sonoro.
Termina con el típico final partiendo hacia un destino de libertad y sin fin, no aporta nada más. Tan solo nos deja el guiño de la nostalgia de la repetición y su marca registrada.
La entrada es correcta.
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